El neurólogo Ángel Chamorro, del Hospital Clínic, asegura que los enfermos que sufren una trombosis cerebral y tienen altos niveles de esa sustancia en la sangre, sobreviven autónomos.

-¿Cómo descubrió que el ácido úrico mejora la resolución de un ictus y elimina sus secuelas?

-Todo empezó en estas carpetas que tengo aquí [una veintena de archivadores alineados en su despacho del Clínic]. Cuando volví de EEUU, en 1992, traje algo que hoy parece obvio, pero que en aquél momento era revolucionario: la idea de hacer una base de datos en que cada enfermo de ictus quedara registrado desde su llegada hasta su salida del hospital.

-¿No se hacía?

-No. Empecé a recoger todos los datos epidemiológicos de forma muy exhaustiva. Características demográficas, edad, peso, género, factores de riesgo, síntomas clínicos, análisis, evolución… Todo lo lógico.

-¿Con la idea de hacer un estudio?

-Para ver. Lo hice con la metodología de un abogado: predeterminé a qué llamo hipertensión, a qué diabetes, a qué infección, recurrencia, qué es empeorar… todos los conceptos muy bien definidos. Todo eso, lo introduje en un sistema informático. Cuando llegué a tener un millar de pacientes, empecé a analizar.

-¿Y qué vió?

-Vi, de forma sorprendente, que cuando cuando los pacientes con ictus tenían al llegar al hospital unos elevados niveles de ácido úrico, ese dato se relacionaba inversamente con el pronóstico: cuánto más alto tenían el ácido úrico más aumentaba la probabilidad de que ese paciente se marchara del hospital totalmente libre de secuelas.

-Secuelas muy graves.

-El cerebro nos lo permite todo. Fuerza, sensibilidad, visión, lenguaje, equilibrio, emociones, sentido de la música, abstracción, sentimientos… dependiendo de donde impacte el ictus, así serán sus secuelas.     

-¿Cuantificó su observación?

-Si si. Por cada milímetro de ácido úrico más alto que tenía un paciente, aumentaba un 12% la probabilidad de que recuperara totalmente su independencia motora, psíquica y neurológica. Esta observación la hice a partir del primer análisis que se hace a los pacientes al llegar al hospital, sin intervención médica.

-¿Cómo actúa el ácido úrico?

-El ácido úrico es un compuesto con múltiples acciones. La principal es que es un barredor de radicales libres, en especial del peroxinitrito. Hasta aquél momento, los médicos pensábamos que todo lo que se derivaba del ácido úrico era malo. Se asocia a enfermedades renales o ataques de gota. Nosotros vimos que el ácido úrico aumenta la cifra de pacientes que quedan sin secuelas.

-¿Publicó el hallazgo?

-Claro, en el 2002. En la mejor revista norteamericana sobre ictus.

-¿Qué hizo entonces?

-Me plantee hacer estudios con animales. Junto con la doctora Ana Mª Planas, del CSIC, empezamos a tratar ratas con modelos de ictus. Dándoles ácido úrico reducíamos el tamaño del infarto cerebral en un 80%. Extraordinario. Otro laboratorio corroboró que el ácido úrico tiene propiedades neuroprotectoras. Con este dosier, pedí autoriación a la Agencia Española del Medicamento para hacer un estudio con pacientes.

-Lo hizo.

-Si. Se trataba de demostrar que la administración de ácido úrico a pacientes con ictus no era peligrosa ni tóxica. Estudiamos a 24 enfermos y confirmamos esa seguridad. Con esto solicité dar el siguiente paso.

-¿Que fué?

-Permiso para hacer un estudio en fase tres, con más pacientes. Me fue autorizado con varios requisitos complejísimos. Ahí empecé a descubrir lo difícil que es avanzar en el mundo de la terapia si no estás en la industria farmacéutica.

-¿El ácido úrico puro como fármaco, no existía en el mercado?

-Ni existía, ni existe. Si no me dan más dinero y seguimos, no existe.

-¿No se puede patentar?

-No. Porque ya están publicados sus efectos. No es novedad. Para patentar algo, lo primero que tienes que hacer es registrarlo en la oficina de patentes. Después, ya lo puedes comunicar a la ciencia. Si lo haces al reves, tú mismo matas la idea. La industria quiere cosas exclusivas.

-Volvamos a su segundo estudio.

-Traté a 421 pacientes. Con un resultado muy interesante, que publicó Lancet Neurology en el 2014. Ahí vimos que en los pacientes que recibieron ácido úrico más un fármaco trombolítico -disuelve el trombo que tapa la arteria- había un 6% de incremento absoluto de beneficio.

-Un 6% de beneficio.

-Puede parecer poco, pero confirmó el punto de partida. Éramos conscientes de la limitación que supone analizar solo a 421 pacientes para confirmar la eficacia o ineficacia de un fármaco. Pero, analizados en subgrupos, vimos que el 69% de los pacientes que recibían ácido úrico tras ser tratados con trombectomía mecánica quedaban completamente autónomos. Una cifra enorme.

-¿Qué es un ictus?

-Un conjunto de enfermedades que tienen en común la falta de función en el sistena nervioso central como consecuencia de una aportación inadecuada de sangre, que no llega al tejido cerebral.

-¿Qué determina la gravedad?

-La edad y qué arteria se tape: si es una arteria principal, la cantidad de tejido cerebral que quedará expuesta a la falta de sangre será enorme e incrementará el riesgo de muerte.

-¿Y la rapidez de intervención?

-Por supuesto. Y el tratamiento que se aplique. Cada minuto que pase, de reloj, sin que recircule la sangre se pierden 1,7 millones de neuronas. Esto es así. El tiempo para aplicar los tratamientos clásicos son cuatro horas y media, como máximo, desde los primeros síntomas. Pero ahora tenemos una bala de plata: la trombectomía mecánica (TM).

-¿Qué es la trombectomìa?

-La introducción de varios dispositivos a través de una arteria, desde la ingle. Catéteres con una malla que atrapa y extrae el trombo, y un sistema de aspiración. Totalmente eficaces. En Catalunya, lo recibe un 6% de pacientes con ictus isquémico. En pocos años, beneficiará a un 25%.

-¿Porqué lo llama ‘bala de plata’?

-Porque los fármacos trombolíticos no pueden con el trombo si es muy grande. A la TM ningún trombo se le resiste. Extrae más del 80%. Otra cosa es que el paciente mejore.

-¿Porqué?

-Lo que sabemos es que uno de cada dos pacientes tratados con TM está libre de secuelas tres meses después del ictus. Si a esto se le añade el ácido úrico, dos de cada tres pacientes quedan libres, autónomos. Si se le da un trombolítico, uno de cada cuatro.

-¿Su objetivo en estos momentos?

-Registrar ante la Agencia Española del Medicamento, y la europea, que el ácido úrico está indicado para tratar el ictus. Que se autorice como indicación para el ictus. Conseguido esto, los laboratorios se lanzarán sin duda a fabricarlo como fármaco.

-¿Qué  necesita para conseguirlo?

-Cuatro millones de euros para hacer un estudio con 600 pacientes de ictus a los que se aplique trombectomía mecánica, más ácido úrico.

-Ha intentado dar con un inversor.

-He llamado a todas las puertas del mundo. En España, me ofrecen hasta 300.000 euros. Pero, hacer un estudio confirmatorio, que permita que las agencias aprueben un fármaco aceptado en los hospitales, exige mucho más que 300.000 euros.

-¿Y fuera de España?

-Lo gestiono con el Instituto Nacional de la Salud de EEUU, que ha tasado el estudio en 25 millones de dólares. Yo creo que, en España, con cuatro millones de euros seríamos capaces de hacerlo. E irrefutable.

-¿Usted ahora puede utilizar el ácido úrico con sus pacientes?

-Noooo! Por más grave que sea el ictus. Me metería en un lío.

-¿Y si a ese paciente le da una dieta que suba el ácido úrico?

-Le hará efecto dentro de un mes, cuando su cerebro ya esté muerto.